¿Luxemburgo?

Luxemburgo es el país que queda justo encima de Macao en las listas desplegables de los formularios en internet. Esta situación privilegiada nos permite a los luxemburgueses dejar atrás la tierra incógnita que representa la casilla en blanco o 'Sin especificar' y llegar sanos y salvos a nuestro país con solo dos movimientos: un golpecito a la eme para situarnos en Macao y otro a la flecha que apunta hacia arriba para subir una posición en la lista.

Cuando me proclamo luxemburguesa no me estoy refiriendo a la nacionalidad de mi pasaporte sino a la que me asigna internet. A los programas de Windows los puedo engañar declarándome usuaria del teclado Español (alfabetización internacional) y residente en la zona horaria de Madrid. La red parece mucho más lista, pues sabe detectar que mi ordenador está conectado a través de un nodo luxemburgués. Basándose en ese único dato, muchos sitios me excluyen sin contemplaciones de su círculo de clientes mientras que otros me acogen con efusivas muestras de afecto… en alemán. Resulta un tanto desconcertante que este máximo exponente de la modernidad y la globalización que es la red mundial, de la que nos proclamamos navegantes, nos trate en el más puro estilo feudal, como si fuéramos siervos de la gleba ligados indisolublemente al territorio por el que corren los cables de nuestro ordenador.

Pero volvamos al título de mi blog, Luxemburgo: ¿verdad que suena bien? Se comprende que a los nativos no les haya importado repetirse, llamándole Luxemburgo también a la capital, para darse el gustazo de poner en sus tarjetas direcciones como esta: 13, rue du Pouce-pied, Luxemburgo, Luxemburgo.

Si las razones puramente fonéticas son suficientes para ponerle este nombre a un blog, a un café de gente guapa, como el de Amsterdam, o a unos jardines elegantes, como los de París, el motivo principal de mi elección ha sido rendir un modesto homenaje a este país donde se conectan a la red los ordenadores que he tenido estos últimos seis años.